Opinión | Noticias del Antropoceno

Solo los paranoicos y los ricos sobreviven

Enséñame un empresario de éxito y te demostraré que no deja de ser un paranoico. El primero que dijo algo parecido fue el fundador de Intel en un célebre ensayo titulado Solo los paranoicos sobreviven. Su empresa se atuvo estrictamente a dicha principio y, siguiendo la famosa Ley Moore, se preocupó de que duplicara la capacidad de los chips cada pocos años, haciendo obsoletos y sacando del mercado a sus propios productos, sin esperar a lo que la competencia lo hiciera con productos ajenos a su control.

En la gestión de una empresa de éxito enfocada a perdurar y medrar, se contaba siempre con productos maduros (las célebres vacas lecheras que sostiene con su rentabilidad), los productos en maduración (en las fases previas a su inminente salida al mercado) y los productos en fase de investigación y definición, la parte de I+D imprescindible para sobrevivir al cambio. En la actualidad, las empresas innovadoras están excusadas de tener produzcan resultados. La necesaria liquidez para mantener el chiringuito estable y pagar los sueldos a fin de mes la proporcionan los inversores de capital riesgo, acostumbrados a aguantar años de pérdidas si es necesario si ven una opción razonable de que su inversión se multiplique en el futuro, normalmente mediante una salida a bolsa. Eso también facilita el reclutamiento y la retención de talento, a la espera de esa bonanza que les llenará las bolsillos y que dependerá en gran medida de su compromiso con el proyecto y su paciencia a la espera de los resultados apetecidos. 

Ese ecosistema de innovación y esa mentalidad paranoide es lo que ha hecho grandes a las empresas más valoradas del planeta, no por casualidad todas tecnológicas y todas norteamericanas. Desde la más valorada en términos absolutos, Microsoft, hasta la recién llegada al ranking, Nvidia (fabricante de los chips que están alimentando la revolución de la IA). Innovar por encima incluso de los intereses de la empresa a corto plazo, y contar con el capital suficiente para esperar el tiempo necesario para obtener resultados. No es casualidad que sea justo lo contrario de lo que sucede en las empresas europeas. 

Aquí el capital riesgo escasea, las empresas grandes no invierte en innovación ellas mismas ni se interesan por adquirir startups innovadoras. Europa cada vez se queda más atrás, y España está a la cola de Europa.

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