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Concierto

Bob Dylan sigue siendo un rebelde

El 'never ending tour' hace este domingo escala en murcia para ofrecer el concierto de uno de los grnades genios de la música del siglo XX

Bob Dylan sigue siendo un rebelde

Desde que Robert Allen Zimmerman decidiera ocultarse tras el nombre de Bob Dylan, hizo de aquella frase de Arthur Rimbaud ("yo soy otro"), su forma de vida. Dylan y su obra siempre han querido escapar de las clasificaciones, las etiquetas, los encasillamientos y la adulación.

El episodio que mejor ilustra esta actitud fue el Newport Folk Festival de 1965, cuando se colgó una guitarra eléctrica para sorpresa de los puristas del género. Por aquella 'traición' acabaron llamándole Judas, y el autor de Mr. Tambourine Man pasó años y años respondiendo sobre los motivos que le llevaron a cambiar su sonido; hizo brotar ríos y océanos de tinta. "En cuanto al folk y al rock ... La verdad es que poco me importan los nombres asquerosos que la gente se inventa para la música. Podrían llamarla música arsénico o quizá música Fedra", contestaba en una entrevista poco después de su transformación eléctrica. El artista asegura odiar estar en el ojo del huracán: "Para mí, el intérprete aparece y se va. Las canciones son la estrella del espectáculo, no yo". Y así es: canciones que en directo descompone y rehace de cabo a rabo hasta hacerlas irreconocibles de un concierto a otro. Algunos fans se quejan amargamente de la manera en que destroza sus viejas canciones.

La leyenda dice que Dylan es hosco, huraño, frío, callado, caprichoso, genial, irascible, distante, egocéntrico, narcisista, autoparódico, viperino, y quién sabe si no hará buenas y mefistofélicas migas con el diablo. Pero sus canciones traspasan el ámbito musical y llegan a ser auténtica poesía. Por eso, Dylan estuvo nominado varias veces al premio Nobel de Literatura, que terminaron por concederle (corrieron ríos de tinta a favor y en contra), y ha merecido el Príncipe de Asturias de las Artes. Springsteen lo dejó claro: "En la música, Frank Sinatra puso la voz, Elvis Presley puso el cuerpo... Bob Dylan puso el cerebro".

Dylan es una de las personalidades más fascinantes y contradictorias del siglo XX. Y, sin embargo, aún quedan zonas por descubrir y disfrutar. Su capacidad poética ha influido sobremanera a todo tipo de artistas, deudores de un hombre esencial para entender el tránsito de la música moderna desde una hirviente adolescencia hasta una reflexiva y consciente madurez.

Su lenguaje deslumbra por su carácter renovador, entre la parodia y la metáfora. Cuando proclama que "la respuesta está en el viento", su mensaje radicalmente pacifista conquista a multitud de adeptos que ven en él una representación de la esperanza. En esa época comenzó su relación con Joan Baez, consagrada por el éxito de ambos en el festival folk de Newport de 1963, símbolo las ilusiones poéticas y materiales de las generaciones más jóvenes frente a la tragedia que supone la muerte de Kennedy. Estaba aún por producirse el primer cambio traumático en la trayectoria de Bob Dylan, del que es anuncio el álbum Another Side of Bob Dylan (1964) y confirmación Bringing All Back Home (1965).

Este último, más intimista, sentimental, pero aun así resuelto, despertaría las iras de sus seguidores, por el paso del profeta del folk a la música eléctrica. Like A Rolling Stone le consagró a escala mundial. No obstante, en su país es un incomprendido: el doble álbum “Blonde On Blonde” (1966), subrayó su alejamiento de la vida pública, sus desengaños amorosos y sus relaciones con diversas drogas, así como un accidente del que se recobró tras una larga convalecencia.

Tarántula (1969) fue un poemario donde Dylan daba espacio a su vena poética, aunque fue considerado como un tratado anfetamínico . Es su época del acid rock, que compaginará con periódicos retornos al folk, al country y a las baladas amorosas. Mantendrá la misma línea en trabajos posteriores, como Self Portrait (1970), Pat Garret and Billy The Kid (banda sonora de la película de Peckinpah) y otro de sus temas estelares, versioneado en múltiples oportunidades por los artistas más variopintos: Knocking´ On Heaven’s Door. Seguirán Dylan (1973), Planet Waves (1974), Blood On The Tracks (1974) y Basement Tapes junto a The Band (1975). Filmaría además una película de casi cuatro horas de duración, titulada Reinaldo y Clara, vapuleada por la crítica. Hard Rain (1976) y Street Legal (1978) abundan en los aspectos más oscuros de su personalidad. "No me llamo poeta porque no me gusta la palabra. Soy un artista del trapecio", le contestó a Nora Ephron en una entrevista de 1965. Es más y menos que un poeta: es un artista. Un acróbata temerario de las palabras.

Tres de los discos más rotundos de Dylan son relativamente recientes: Time Out of Mind (1997), Love and Theft (2001) y Modern Times (2006). Mientras tanto, se puso a la venta un disco triple antológico, que recupera 51 de sus canciones más relevantes, se editó en DVD Don’t Look Back, y se presentó la película biográfica I’m Not There (en junio se estrenará Rolling Thunder Revue, el nuevo documental de Martin Scorsese, tras la magnífica No Direction Home, sobre la emblemática gira que realizó entre 1975 y 1976). Acercarse a su música no es fácil; pocos artistas son tan complicados, dueño de una ironía clarividente como la de Wilde, mago del verso en la más pura línea de los poetas beat. Canta con una voz nasal, no ofrece grandes arreglos…

Dylan fue y sigue siendo un rebelde, no tiene biografía, tiene mitología. Jamás ha pretendido quedar bien con alguien. En 1991 recibió un Grammy, en plena guerra del Golfo, y el viejo cascarrabias cantó Master of War, su canción más antibelicista. Aunque cueste creerlo, tiene un humor muy vivo, corrosivo, irónico. Se cuenta que en sus comienzos hasta contaba chistes en el escenario. Hoy casi no habla con el publico, da la espalda cuando canta…. El profeta de la contracultura, con sus canciones incendiarias llenas de metáforas cegadoras, siempre se resistió a cumplir con el papel de gurú, a ejercer de bandera de enganche, como el Brian de la película de los Monty Python, rodeado de una horda de seguidores infatigables empeñados en hacer de él su mesías.

Bob Dylan hace escala en Murcia con el Never Ending Tour para repasar su cancionero clásico más célebre (Like a Rolling Stone, Don't Think Twice, It's All Right, It Ain't Me, Baby…) que se suma a otras clásicas que no suelen faltar, como Highway 61 Revisited o Blowin' in the Wind. Y recupera la armónica, guardada durante mucho tiempo en un cajón.

Dylanitas del mundo, agárrense y gocen.

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