En su rincón

Ramón Navarro: inspiración deportiva

Ramón Navarro, en su centro  de entrenamiento.

Ramón Navarro, en su centro de entrenamiento. / Javier Lorente

Javier Lorente

Javier Lorente

Me recuerda Ramón Alberto Navarro Cánovas que yo le hice las fotos de comunión y vuelvo a constatar que la vida pasa muy rápido, casi tanto como a él lo llevan sus piernas en las pruebas de maratón o en la carrera de la Ruta de las Fortalezas, por las montañas de Cartagena, que hace unos días ha vuelto a ganar por segunda vez en su carrera deportiva. El primero entre 5.000, ahí es nada. Lo de las fotos no lo recordaba, pero sí el verlo jugar al fútbol, animado por su padre (de tal palo tal astilla) y verlo correr. En una ciudad tan ligada al legado romano, viene al pelo la frase latina ‘mens sana in corpore sano’, y de ahí la pertinencia de mi encuentro de hoy con este campeón, todo un ejemplo, además, de buena persona, con un cerebro tan bien amueblado como un corazón grande, siempre preocupado y dispuesto para ayudar a los demás. 

«Yo siempre me recuerdo haciendo deporte, mi padre me contagió su pasión por el fútbol, a él le debo mucho, al igual que a otras muchas personas como a Pedro Andújar Bastida, un gran deportista galileo y una gran persona que me ha dirigido muchos años mis entrenamientos y siempre me ha aconsejado muy bien», explica. 

La conversación la mantenemos en su conocido Centro de Entrenamiento: dos bajos, perfectamente equipados y con un gran equipo de monitores, que dirige frente al Estadio Cartagonova. «Esto no es solo un gimnasio, es mucho más. No me gusta que le llamen gimnasio, porque aquí hacemos un seguimiento personalizado de la gente, les atendemos de manera individualizada y nuestro objetivo no es solamente que echen músculo: nos preocupa la salud, el bienestar y la alimentación sana y equilibrada de quienes vienen a nuestro centro, y hasta su bienestar mental. No se trata del típico culto al cuerpo, sino algo más integral e, insisto, más sano», dice. Le animo a que me cuente cómo ha llegado a convertirse en un gran deportista y cómo ha conseguido ser tan querido como respetado y admirado en un mundo tan competitivo: «Bueno, lo de la competitividad en alguien que corre para llegar el primero es evidente, pero creo que hemos ido creando escuela en una nueva manera de ver al contrincante como un colega y, además, compañero. En una carrera tienes que respetar a los otros corredores, y yo creo que incluso les puedes ayudar, eso les cambia la actitud y te ganas también su respeto. Eso no quiere decir que, al final, la lucha no sea contra ti mismo. En el deporte, como en la vida, la lucha que más merece la pena es darlo todo para superarte a ti mismo, hay más satisfacción en ello que en ganarle a los demás».

Así ha entrado en meta Ramón Navarro, ganador de la XIII Ruta de las Fortalezas

Dioni García

Me hace pensar esta conversación con Ramón. Creo que en este mundo despiadado en el que vivimos, donde tantos hay que solo quieren pisotear al adversario, incluso utilizando todo tipo de trampas y juego sucio, hay que aprender de esta mentalidad de querer ser mejores, de encontrar la mejor versión de uno mismo. Me habla de sus años como jugador del Club Juvenia, de sus estudios de Grado Superior de Actividades Físicas y Deportivas, y de infinidad de cursos de especialización en todo tipo de disciplinas, así como de sus años de trabajo como monitor del Pabellón Municipal de Deportes, con la coordinación de un histórico Eduardo Armada: «Después empecé a entrenar, por mi cuenta, a gentes en la pista de atletismo, gentes que se presentaban a oposiciones en Educación, a la Policía o a Bomberos. En 2015 alquilé este bajo, junto al Cartagonova y tres años después se me quedó pequeño, la demanda iba a más y yo quería dar un buen servicio, así que amplié con el local que hay ahí enfrente. Yo le había echado el ojo porque por aquí pasaba cada vez que corría para subir al monte de la Atalaya. La verdad es que he sentido el apoyo de muchísima gente».

Me confiesa que a veces reconoce que es «muy exigente en los entrenamientos», pero luego ve que se lo agradecen. «Incluso me perdonan si en un momento les he gritado para que lo den todo y para que se den cuenta de que lo pueden conseguir. No hay nada más especial que alguien te diga, con el tiempo, que aprobó la oposición gracias a ti. La verdad es que la mayor satisfacción de esta vida es ayudar a los demás», y me habla de la Ruta de las Fortalezas: «He hecho mucho triatlón y he ganado muchas carreras, pero cada vez quería centrarme más en correr y he ido aparcando la natación y la bicicleta, aunque me encantan. La primera Ruta de las Fortalezas la hice en 2012, me enamoró, y al año siguiente ya hice un tercer puesto, aunque lo pasé muy mal y pensé en no volver a correrla. En 2018 gané por primera vez la prueba, con un tiempo de 4,06 horas». «He hecho carreras muy importantes, como la de Róterdam, con muy buenos tiempos; seguramente en Cartagena no somos más de dos los que hemos hecho tiempos así», añade.

«En 2007 tuve un accidente de tráfico y me rompí la tibia y el peroné, creí que todo había terminado deportivamente para mí. Para recuperarme me recomendaron la natación y la bici. Solo hacía fútbol. De algo malo siempre puede salir algo mejor. Este pasado mes de diciembre tenía mucho interés en hacer la maratón de Valencia, pero enfermé y no pude, fue una gran frustración. Me había preparado tanto que creo que eso me ha beneficiado para ganar este año la Ruta, por segunda vez. Nunca hay que darse por vencido en esta vida». 

Todo un manual de resistencia. Hablamos de muchas cosas, pero algo me toca especialmente: «Me gusta esta vida saludable, me gusta la amistad, me gusta ayudar y me gusta que me digan: ‘Ramón, gracias por no cambiar’. Eso les digo yo a quienes entreno: ‘Ojalá no os cambie el aprobar una oposición o tener un cargo’». Terminamos la conversación y me presenta a Adriana Moreno, su nutricionista, que me dice: «No se te olvide escribir sobre su fuerza de voluntad y su disciplina en la alimentación» y Ramón añade: «A mí me gusta comer sano, me cuido, pero disfruto de la comida sin obsesionarme. No soy de comer solamente pollo y arroz». Admiración es poco, pequeño saltamontes.